beste hegaldi bat hartu nuen gogoz kontra.
eguna argi zegoen eta zu zeunden mendi-tontor zuri horietako baten gainetik pasatzean, beste aldera begiratu nuen. gogoratu nuen aste batzuk atzera poesia bat idatzi nizula abioian, zure aldamenean eserita, eta musu eman zenidala masailean.
baina atzo ez nuen poesiarik idazteko gogorik.
herrira itzulita, itsasoaren aurrean gelditu nintzen, nahaste-borrasteen bagan.
gaur liburua zabaldu dut urte gazi-gozo honen orrialdea pasa nahian. badakit pirata begia tatuatu zaidala bihotzean:
Varias semanas de luna de miel, playas, besos salados, otra vez atrapados en esa burbuja ajena al mundo real, con todo el tiempo para nosotros solos y sin querer decir adiós, "... quisiera que esta burbuja fuera eterna como la huella de tus caricias, que nada la hiciera estallar. Viviríamos para siempre en esta fragilidad".
Ella, con los pies bastante más en la tierra que yo, a veces se ríe de mis versos, a veces me inunda de besos. "¿Y tú crees que funcionaría en una vida normal?, ¿con obligaciones, trabajo, facturas?, ¿sin ese tiempo para nosotros que aquí derrochamos?".
- ¿Dónde vais ahora? -Nos pregunta en la playa un norteamericano algo mayor de un hostal vecino.
- Eh... Al sur..., yo voy al sur... Ella, al norte...
El hombre me mira con los ojos fuera de sus órbitas, gesticulando a voces.
- Pero... ¿estás loco?, ¿tú la has visto bien?
Yo no sé que responderle, me siento en la arena llevándome las manos a la cara mientras el buen señor se aleja de la orilla murmurando maldiciones, dejándome junto al Índico, un mar de confusiones. Por primera vez en tres años, me planteo finalizar el viaje y apostar por una relación. Si fuera sensato lo pondría todo en la balanza, ponderar es asunto de sabios; sin embargo, vivir es asunto de locos y elegir es un verbo alejado de la razón. Tal vez, Ulises también dejó la isla de Calipso en luna llena.
Cuando el viajero abandona la posada, frente a él están de nuevo todos los caminos del mundo, una fuerte sensación de libertad le embarga. Y esta vez también hay un hueco en el estómago que le quita el hambre y las ganas de viajar. En sus ojos solo lleva la imagen del nido que ella hizo sobre las olas del mar.
Todos los caminos del mundo, una bicicleta.
El amor es una tierra sin caminos ni destino que alcanzar, y, al contemplar la playa abierta, donde solo hay mar, el viajero siente vértigo y huye una vez más. Ahora, él también tiene a su espalda una playa de Barcino, "... allá quedó su ventura, su amoroso batallar, va cargado de amargura, va ocioso el caballero, sin peto ni espaldar". Maldito León Felipe.
Salgo de Goa en luna llena para poder justificar mi locura y paso los días más tristes del viaje. El viento me empuja de nuevo, pero mi tristeza es amarga, ni saber que no fue un sueño me consuela. Me esperan dos años de muchas noches sin dormir en las que maldeciré esta huida, condenada a ser una leyenda más en los romances imposibles de la India. La frágil burbuja que no llegó a romperse viajará conmigo hasta los confines del Japón.
Apenas como o hablo con nadie, cualquier tontería me irrita, ya no soy un ciclista feliz que sonríe al escuchar los pájaros del camino. Como un fugitivo, me refugio en algunas carreteras secundarias y acampo en playas solitarias, no tan inmensas como las de Goa, pero cálidas y llenas de cocoteros, escondites donde poner mi mosquitera y bañarme en el agua tratando de limpiar mi tristeza.
Salva Rodríguez. Asia - Un viaje de cuento